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En el vasto tapiz de la historia, los hilos de la ambición y el poder se entrelazan con inquietante frecuencia. Como un dédalo inescrutable, las pulsiones colonialistas y guerreras han marcado el devenir de las naciones a lo largo de los siglos. Y entre ellas, el pueblo inglés destaca como un actor prominente, cuyo apetito expansionista ha dejado una huella indeleble en el curso de la humanidad.
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Desde los confines de su pequeña isla, los ingleses se han lanzado audazmente a la conquista de tierras y al dominio de pueblos lejanos. En su imaginario colectivo, el imperio se erige como un símbolo de grandeza y gloria. Sus exploradores, como Cabot y Drake, surcaron los mares en busca de tesoros y riquezas desconocidas, y sus colonias se extendieron hasta los rincones más remotos del globo.
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Pero, más allá de los confines geográficos, las pulsiones colonialistas y guerreras también se manifiestan en la psique de los pueblos. La sed de dominio, de imponer su voluntad sobre otros, se ha arraigado en el corazón del hombre. Y en el siglo XXI, un nuevo capítulo se está escribiendo en este eterno drama: el posible conflicto entre Estados Unidos y China.
El canal español Negocios TV nos tiene acostumbrados a debates muy ricos e interesantes sobre geopolítica. En este caso con el análisis de Ariel Umpierrez, economista e historiador especialista en geopolítica, y Lajos Szaszdi, analista en relaciones internacionales.