23 diciembre, 2024

Los amos de las guerras, entidades sin rostro pero de influencia insidiosa, controlan los destinos de naciones enteras, mientras tejen una telaraña siniestra que atrapa a la humanidad en un ciclo interminable de conflictos.

Estos amos, ocultos entre las sombras del poder, no se preocupan por las consecuencias humanas de sus acciones. Para ellos, la guerra es un juego de ajedrez, donde las vidas de los inocentes son simples peones sacrificables. Su única preocupación es el beneficio personal, el control de los recursos y el mantenimiento de su hegemonía.

La maquinaria de la guerra es su herramienta más poderosa. Financian a los belicistas, venden armas a ambos bandos y alimentan la discordia. Sus intereses no conocen fronteras ni lealtades nacionales; su única lealtad es hacia sí mismos y su insaciable apetito de poder. Las guerras, para ellos, son un negocio lucrativo y una forma de mantener a las masas sometidas y distraídas de los verdaderos problemas que aquejan a la humanidad.

La propaganda es su arma más letal. Manipulan la opinión pública, creando enemigos imaginarios y exaltando el patriotismo y el miedo. Controlan los medios de comunicación, distorsionan la verdad y silencian a aquellos que osan desafiar su narrativa. La información se convierte en una mercancía manipulada, y las masas, cegadas por la desinformación, son arrastradas al torbellino de la guerra.

¿Quiénes son estos amos de las guerras?

El periodista geopolítico Ariel Umpiérrez responde a esta pregunta para el canal español Negocios TV presentado por el periodista José Vizner.

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