La hipocresía es una característica flagrante en los gobiernos occidentales de hoy en día. Aunque afirman defender los valores de la justicia, la igualdad y la libertad, la realidad es que muchos de ellos utilizan una medida de doble vara en su actuar político.
Observemos, por ejemplo, la forma en que estos gobiernos reaccionan ante las violaciones a los derechos humanos. Cuando ocurren en países lejanos, rápidamente alzan la voz y condenan públicamente a los responsables. Sin embargo, cuando las violaciones ocurren en sus propios territorios o en aquellos de sus aliados estratégicos, el silencio se vuelve ensordecedor. Se justifican con excusas como “razones de seguridad nacional” o “estabilidad política”, dejando en claro que su compromiso con los derechos humanos es selectivo y conveniente.
La hipocresía también se manifiesta en la forma en que estos gobiernos defienden los principios democráticos. Exigen elecciones libres y justas en países en desarrollo, pero no dudaron en respaldar dictaduras y regímenes autoritarios si estos favorecen sus intereses económicos o geopolíticos. La democracia se convierte en una mera herramienta retórica para justificar la intervención en otros países, mientras se ignoran los abusos y la corrupción en casa.
En el programa “Ahi les va” del canal RT en Español trae un claro ejemplo, en este caso del gobierno de Israel.