La sombra del pasado se cierne sobre Europa una vez más, y sus efectos son innegables. En tiempos recientes, hemos sido testigos del avance inquietante de las ideologías de derecha en Alemania y en gran parte del continente. Un fenómeno que trae consigo la preocupación por el resurgimiento de nacionalismos y xenofobias, convirtiendo a Europa en un terreno propicio para la semilla del odio y la discriminación.
La historia ha sido testigo de las consecuencias devastadoras de estas ideologías extremistas. El continente aún lleva las cicatrices de un pasado oscuro, marcado por la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto. En aquel entonces, Alemania se sumió en las garras del nazismo, y la humanidad fue testigo de la crueldad y el fanatismo en su máxima expresión. La promoción del odio hacia aquellos considerados “diferentes” y la violación sistemática de los derechos humanos se convirtieron en norma.
Sin embargo, pareciera que la memoria colectiva ha perdido su vigencia, y el llamado a la tolerancia y al respeto se ha diluido en el aire. La retórica populista de la extrema derecha encuentra eco en una sociedad desencantada, buscando chivos expiatorios para sus frustraciones y temores. La migración se ha convertido en un tema central en el discurso político, utilizada como arma para sembrar la discordia y el miedo.
Pero es importante recordar que la diversidad es el pilar sobre el cual Europa se erige. Es en la mezcla de culturas y en la inclusión de todas las voces donde radica su verdadera fortaleza. La historia enseña que el aislamiento y la segregación sólo conducen al sufrimiento y a la destrucción. La xenofobia no es una respuesta válida a los desafíos que enfrenta la sociedad.
En este informe del canal DW en Español, muestra como la actual situación está llevando a Alemania a un giro hacia ciertos extremos del pensamiento político: