27 julio, 2024

Kathleen Collins, Mabel Itzcovich, The Victor Jara Collective, José Rodríguez Soltero, son las y los creadores que conoceremos mejor en esta versión del festival. Homenaje a Max Linder y la celebración de 50 años de Touki Bouki y 100 años de La Ley de la Hospitalidad complementan esta tradicional sección del certamen valdiviano. Por Nito Marsiglio.

Los Homenajes que este año ha programado la 30° edición de FICValdivia en sus secciones no competitivas engloban a creadores y creadoras que se han relacionado con la actividad cinematográfica tanto desde la escritura, la crítica y la docencia como desde las actividades de resistencia-disidencia política, y desde estos frentes han realizado una obra temprana, y en general desconocida para públicos de mayor masividad. Trabajando desde fuera de la industria o en colectivos experimentales, la mayor parte de las películas que se incluyen en estos focos tienen especial énfasis en su condición latina, afroamericana y caribeña, y han sido programadas buscando que sean conocidas por nuevos públicos.  

KATHLEEN COLLINS: PIONERA DEL CINE AFROAMERICANO

Nacida en New Jersey, Kathleen Collins (1942-1988) transitó indistintamente a través de la literatura, la dramaturgia y el cine, entendiendo cada uno de estos escenarios como espacios de conquista para sus preocupaciones en torno a la lucha por las comunidades afrodescendientes en Estados Unidos. Collins se formó en la Universidad de Nueva York en historia del cine y guión, aprendizaje del que surgió su primera obra, The Cruz Brothers and Miss Malloy, mediometraje de 50 minutos estrenado en 1980 que adapta uno de los relatos breves que el prolífico Henry H. Roth escribió en torno a la comunidad de inmigrantes puertorriqueños. 

El filme narra la historia de tres jóvenes hermanos devastados por el asesinato de su padre en un asalto y obligados redefinir su existencia en Nueva York, cuando una anciana los contrata para remodelar su casa. El filme cristaliza la preocupación de su directora por las historias mínimas y personajes en parte enajenados de la comunidad americana.

Su aproximación a las pequeñas historias se repite con Losing ground, filmado dos años después y  que describe las relaciones entre una joven profesora universitaria de filosofía de origen puertorriqueño y su marido artista (interpretado por el también cineasta Bill Gunn), vínculo que se tensiona cuando ambos -ella fría y cerebral, él soñador y excesivamente entusiasta-, se trasladan por un mes a una casa de verano donde él espera vender parte de su obra. Construida como una comedia, Losing ground tiene un sentido del ritmo que la acerca al musical y que se potencia precisamente a partir de las personalidades opuestas de su pareja protagónica.

En su momento ninguna de las dos obras se estrenó comercialmente en salas de cine y fue gracias a la tenacidad de la hija de la autora, Nina Collins, que fue posible restaurar los negativos originales en 16 mm y sumar en 2014 a la distribuidora Milestone Films para poner estas dos obras a disposición de públicos completamente nuevos, reivindicando con ellos el legado de Collins como una de las primeras mujeres cineastas afrodescendientes en su país.

Homenaje a Kathleen Collins

The Cruz brothers and Miss Malloy, de Kathleen Collins. Estados Unidos. 1980. 50 minutos. DCP.

Losing ground, de Kathleen Collins. Estados Unidos. 1982. 867 minutos. DCP.

EL RESCATE DE MABEL ITZCOVICH

Parte importante del desarrollo de la cinefilia argentina desde los años sesenta se debe al impulso de Mabel Itzcovich (1927-2004), cronista cinematográfica, docente, guionista y realizadora muy personal que desde el cortometraje documental construyó un corpus de cuatro películas que abrió las puertas hacia nuevas formas de indagación de la realidad en su país.

De los Abandonados (1962) es una pequeña obra que se interna en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez para observar la manera en que el “síndrome del hospitalismo” afecta a lactantes que son sometidos a hospitalización sin la compañía de sus madres. A partir de una cámara que da cuenta de la oscuridad y la precariedad del recinto, el corto construye un relato subjetivado por la voz de la actriz Norma Aleandro, buscando así una empatía directa con las madres.

Soy de Aquí (1963) indaga en la realidad de los jóvenes en el barrio de Sarandí, en la ciudad de Avellaneda, y sus expectativas hacia el futuro. Tomando referencias del cine-encuesta, la película retrata también sus relaciones con la contingencia política, incluso su actitud corporal, y desde allí se asoma a la estratificación de roles entre hombres y mujeres. 

Después de Los Sin Tierra (1965), Itzcovich realiza Los Cara Sucias (1969), su única incursión con actores y que contó con el apoyo del entonces joven director de fotografía Ricardo Aronovich. El filme se adentra en la cultura futbolera desde una mirada multidisciplinaria -hinchas, jugadores, institucionalidad-, enfatizando la profunda vinculación popular de ese deporte y dando cuenta del itinerario de formación y disciplina individual para llegar a la primera línea. Después de esta película, Itzcovich se instaló en París gracias a una beca de la agencia France Presse y, luego del golpe en Argentina, se radicó en Roma hasta 1984, año en que retorna a su país para concentrarse, mayoritariamente desde entonces, en la escritura crítica.  

Homenaje a Mabel Itzcovich

De los abandonados, de Mabel Itzcovich. Argentina, 1962. 10 minutos. 35mm.

Soy de aquí, de Mabel Itzcovich. Argentina, 1965. 15 minutos. Digital.

Los cara sucias, de Mabel Itzcovich. Argentina, 1969. 22 minutos. Digital.

EL GRITO DEL CINE ANTICOLONIAL Y SU CONEXIÓN CON CHILE

El impacto por el asesinato de Víctor Jara, el 28 de septiembre de 1973, motivó a un grupo de jóvenes cineastas guyaneses a darle su nombre al colectivo cinematográfico que habían formado y que buscaba, siguiendo la trayectoria e influencia de los nuevos cines en América Latina, generar un núcleo de creación e indagación política que fuese capaz de generar una estética propia, como había ocurrido en países como Brasil o Cuba. Así su propuesta replicó la intensidad radical de las transformaciones políticas y las nacionalizaciones que el gobierno de Forbes Burnham estaba impulsando desde 1970. The Victor Jara Collective alcanzó a realizar dos películas en poco más de cinco años de existencia: The terror and the time (1978) y In the Sky ‘s wilde noise (1983).

El primero es una crónica documental que rememora los alzamientos ocurridos en 1953 contra la dominación colonial en lo que entonces era la Guayana Inglesa y en la que se evidencia, adicionalmente a su voluntad de reconstrucción histórica, un deseo de alinear la lucha por la descolonización con el espíritu de los grandes procesos libertarios de América Latina y África. Junto con ese propósito The Terror and the Time destaca por una aproximación estética de gran cuidado en la que resalta el tratamiento expresionista del paisaje, entroncando su visualidad con la tradición pictórica que podría rastrearse, hasta el cine mexicano de los años 40.

Cinco año después de esta experiencia, entorpecida en su llegada por la censura en su país, el colectivo realiza In the sky’s wild noise, mediometraje en torno a la figura y obra del historiador y activista Walter Rodney, influyente figura del black power latinoamericano y autor del célebre ensayo How Europe Underdeveloped Africa en 1972, que fue asesinado en Guyana en 1980. 

El documental reitera la preocupación estética del colectivo y recurre a un similar procedimiento de claroscuros para vincular las circunstancias del masivo funeral Rodney con una entrevista realizada por el colectivo en 1977 -como parte del material para The Terror and the Time- en la que da cuenta de parte de su biografía y pensamiento. 

Ambas películas serán presentadas en FICValdivia por Lewanne Jones, integrante original del colectivo.

Homenaje a The Victor Jara Collective

The terror and the time, de The Victor Jara Collective. Guyana. 1978. 75 minutos. 16mm.

In the sky ‘s wilde noise, de The Victor Jara Collective. Guyana. 1983. 29 minutos. 16mm.

JOSÉ RODRÍGUEZ SOLTERO: LA VANGUARDIA QUEER DE UN PUERTORRIQUEÑO EN NEW YORK

El nombre de José Rodríguez Soltero (1943-2009) remite a los primeros pasos de la escena underground latina en Nueva York y su trabajo se nutre paralelamente de sus propias raíces como de la efervescente actividad vinculada con el New American Cinema Group. Ese escenario amplificó las perspectivas de su incipiente obra, iniciada en Puerto Rico durante la primera mitad de los sesenta, hasta impregnarla con las preocupaciones experimentales de la escena neoyorquina. De este segundo período nacieron dos películas claves, Jerovi (1965) y Lupe (1966), títulos ineludibles en el contexto del cine estadounidense de vanguardia.

Jerovi es un cortometraje de doce minutos que reinstala la vertiente surrealista que podría emparentarlo con la obra de Jean Cocteau en la misma medida en que utiliza trazos de la mitología griega para construir una parábola sexualizada de la figura de Narciso, muy cercano a la imaginería que el realizador francés construyó para su Orfeo en 1949, pero trasladando el contexto al entorno de la revolución sexual de los años sesenta. El filme se originó en una petición que el artista Jeroví Sansón Carrasco, amigo de Rodríguez Soltero, le encomendó y financió para situarlo como único protagonista de esta experiencia centrada en el cuerpo y concebida inicialmente para ser proyectada a 16 cuadros por segundo, reduciendo así su velocidad de exposición en la pantalla. 

Con Lupe, Rodríguez Soltero se aproxima a la figura de la mítica actriz mexicana Lupe Vélez a partir del espectáculo de transformismo que realiza el artista Mario Montez. En su sentido de la performance, de la estética camp y de una voluntad permanente de distanciamiento, el filme se embarca con total libertad en las herramientas de la puesta en escena, para narrar el ascenso y caída de Vélez en el devorador entorno de la industria hollywoodense. El filme tiene, en partes iguales, vocación de espectáculo visual y voluntad transgresora y ambas dimensiones anticipan en gran medida lo que serán las estéticas fundamentales para realizadores como John Waters o Pedro Almodóvar.

Homenaje a José Rodríguez Soltero

Jerovi, de José Rodríguez Soltero. Estados Unidos. 1965. 12 minutos. 16 mm.

Lupe, de José Rodríguez Soltero. Estados Unidos. 1966. 50 minutos. 16 mm.

SEMILLA DEL CINE SENEGALÉS: 50 AÑOS DE TOUKI BOUKI

Las relaciones culturales entre Francia y Senegal son, a la larga, el gran tema de Touki Bouki, el segundo largometraje realizado por el senegalés Djibril Diop Mambéty en el que un pastor y una estudiante universitaria desean huir de su país para establecerse en París y mejorar sus condiciones de vida. Con esa idea intentarán llevar a cabo distintos tipos de fraude para conseguir dinero y financiar su proyecto. 

El filme, que este año cumple cinco décadas, se enmarca en principio en la lógica de la comedia, pero la puesta en escena de Diop se inscribe en un ánimo profundamente descriptivo y atento a la realidad social cotidiana de su país, entregando parte de esa dinámica a la soltura de la cámara -gracias al uso frecuente de cámara en mano y planos subjetivos-, y de un montaje elíptico y fragmentado que busca establecer relaciones visuales antes que generar una continuidad lineal en la narración.

Homenaje 50 años de Touki Bouki

Touki Bouki, de Djibril Diop Mambéty. Senegal. 1973. 95 minutos. DCP.

HOMENAJES MUSICALIZADOS EN VIVO: MAX LINDER Y BUSTER KEATON

Como ha sido un énfasis en las últimas ediciones de FICValdivia, este año habrá dos homenajes a glorias del período mudo que tendrán acompañamiento musical  en vivo.

El primero es un pequeño foco al actor y realizador francés Max Linder, figura contratada en 1905 por el poderoso empresario Charles Pathé y que sería la primera gran estrella y el primer gran cómico del cine galo -cuyo estilo histriónico y su vestimenta influirían abiertamente al de Charles Chaplin-, quien luego comenzaría a dirigir sus propias películas.

De Linder se exhibirán los cortos Vive la vie de Garçon (1908), Les surprises de L’amour (1908), Amour et fromage (1910), Max veut faire du theatre (1912), Victime du quinquina (1912) y Max fait de la photo (1913), todos dirigidos por el actor y correspondientes a su periodo francés (antes de su partida a Estados Unidos en 1916), en los que se revela la originalidad de un humor que no se sustentaba en soluciones puramente físicos, sino en situaciones dramáticas resueltas a partir de la comedia.

La presentación de filmes mudos acompañados musicalmente incluirá la exhibición en homenaje a los 100 años de La Ley de la hospitalidad (Our Hospitality), filme protagonizado y dirigido por Buster Keaton que se centra en las dificultades de una pareja para concretar su amor en medio de las disputas familiares que inesperadamente los separan. Evidentemente construida sobre la base de Romeo y Julieta, la película fue la segunda que Keaton dirigió (en conjunto con John G. Blystone) con toda la libertad que le garantizaba su entonces buena relación con el productor Joseph M. Schnenck. El filme recibió buenas críticas y tiene como clímax una peligrosa escena de salvataje en una cascada que anticipa los hallazgos físicos que Keaton logrará poco después con La Generala y Steamboat Bill Jr.  

Homenaje a Max Linder

Vive la vie de Garçon, Max Linder, Francia, 1908, 13 minutos, Digital.

Les surprises de l’Amour, Max Linder, Francia, 1909, 6 minutos, Digital.

Amour et fromage, Max Linder, Francia, 1910, 6 minutos, Digital.

Max veut faire du theatre, Max Linder, Francia, 1912, 12 minutos, Digital.

Victime du quinquina, Max Linder, Francia, 1912, 17 minutos, Digital.

Max fait de la photo, Max Linder, Lucien Nonguet, Francia, 1913, 13 Minutos, Digital.

Homenaje 100 años de La Ley de la Hospitalidad

La Ley de la hospitalidad, de Buster Keaton y John G. Blystone. Estados Unidos. 1923. 74 minutos. Digital

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *